domingo, 9 de mayo de 2010

HUMO DE SER HUMANO

Bordeando una mañana el cementerio,
llamaron mi atención negras volutas.
Parecían huir del crematorio,
en viaje hacia las nubes impolutas.

El humo de la sucia chimenea,
fumata cotidiana del lugar,
pregonaba en sus tristes arabescos
que otro ser se quemaba en el hogar.

Miré el humo subiendo lentamente.
Quedé sumido em tristes reflexiones.
Imaginé arrastrado por el gas,
cortejo interminable de ilusiones.

Abajo consumida por el fuego,
la carne retorcida de dolor.
En el aire un desfile de fantasmas
arrojando al espacio su clamor.

Oír creí sus gritos de vencidos.
Eran quejas con forma de alarido.
Gritaban frustraciones de aquel ser,
las mil muertes que en vida había sufrido.

Supuse que la carne hecha cenizas,
quejumbrosa en el negro cenicero,
saludadaba deseos e ilusiones
en instantes del tránsito postrero.

Movió al humo un capricho de la brisa.
La silueta de un duende concretó.
Quise ayudarlo, lo llamé gritando.
Pero el duende, esfumándose voló.

Quedé triste, mohino, miserable.
Acudieron a mí mis frustraciones,
mi abanico de torpes vanidades,
deseos, esperanzas y pasiones...

Dejé atrás lentamente el cementerio.
En mi mente una escena memorable:
El humo de un humano que se aleja
cumpliendo su destino inexorable.

ALDO B. VENTURA

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