1. Me confesó una señora la razón de su desvelo.
Le preocupaba saber porqué no teñía mi pelo.
2. Le pregunté -¿Para qué? -Le quedaría muy bien
y podria aparentar algo más joven también.
3. Repregunté -¿Para qué? Me dió por caso perdido.
Dió media vuelta y se fue echando el tema al olvido.
4. Me puse a reflexionar si el tema de la pintura
merecía mi atención y teñirme con premura.
5. Las mujeres, es sabido, se tiñen en cantidad.
Por estéticas razones, ahora y en la antigüedad.
6. Actualmente por aqui vemos rubias a montones.
Aunque muchas de ellas tengan oscuros los corazones.
7. Acepto esta costumbre si con ella quedan chochas.
Aunque debo confesar que prefiero a las morochas.
8. Varones sin sexo claro apelan a la pintura.
Aún desde jovencitos los desvela su hermosura.
9. Después están los actores. Por razones laborales
eñigiendo mil colores, usan tintura a raudales.
10. Pero vuelvo aquí a mi caso. No hay justificativo
para tornar mi cabello a su color primitivo.
11. Otros tendrán sus razones. Su derecho no disputo.
Pero tengo en la cuestión desinterés absoluto.
12. Y tampoco me interesa blasonar de juventud.
No sólo por el cabello se evidencia senectud.
13. Pero a algunos que se tiñen -al decirlo lo lamento-
yo les recomendaría que se tiñesen por dentro.
ALDO B VENTURA
viernes, 18 de febrero de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario