miércoles, 8 de agosto de 2012

I N F I N I T O

1. Es el viejo Don Ricardo profesor de Astronomía.
Observa el cielo de noche y dicta clase de día.
2. No hace mucho se casó con la que era su mucama.
A ésta mucho le agradó convertirse así en el ama.
3. Yo me enteré el otro día -lo dice la vecindad-
que el vejete a su mujer la triplica en cuanto a edad.
4. Y añaden los que comentan que se casó con Inés,
por tener una enfermera que lo cuide en su vejez.
5. Antes, con un bajo sueldo, a su lado la tenía.
Ahora que es su esposa, no le alcanza la alcancía.
6. La chica, que es muy coqueta, lo que ve quiere comprar.
Lo que le falta en el lecho así quiere compensar.
7. Empezó por los zapatos. Tiene docenas de pares.
Siguió la ropa de calle, las bebidas, los manjares.
8. Don Ricardo, preocupado porque el sueldo no le alcanza,
a su mujer le pidió un poquito de templanza.
9. Pero Inés no le hace caso. La señora ha decidido
después de tan larga espera, ganar el tiempo perdido.
10. Y lanzada en ese tren no deja pasar un día
sin comprar alguna cosa que recuerda que quería.
11. Por satisfacer su anhelo el viejo ya hipotecó
la casa en que están viviendo y unas tierras que heredó.
12. Es evidente el proceso por el que el viejo ha pasado.
Le ha gustado el matrimonio ¡y terminó enamorado!
13. Con embeleso la mira. La mucama lo maneja.
Va reduciendo su haber mientras el viejo la deja.
14. Hasta le puso mucama -Inés quiere ser servida-
Tocó el cielo con las manos al sentirse obedecida.
15. Cree que para ser señora sólo le falta un brillante.
Y se lo pidió al vejete, del tamaño de un guisante.
16. Gritó el viejo enojado -¡Te has pasado de la raya!
-¡Yo lo quiero! -dijo Inés. -¿No querrás que yo me vaya?
17. El brillante era muy caro y trató de convencerla
que aunque un poco más pequeña era lo mismo una perla.
18. Pero Inés quería el diamante. En su pedido insistió.
Se mostró tan obstinada que al viejo desesperó.
19. Y buscando solución optó por filosofar.
Esa noche a su trabajo con él la quiso llevar.
20. Fueron al observatorio. Era casi medianoche.
En la cara de la esposa se advertía un reproche.
21. -¡Nunca salimos de casa! Habiendo cosas bonitas
en negocios y vidrieras ¿voy a mirar estrellitas?
22. La llevó hasta un telescopio. -¡Mira Inés qué maravilla!
-Me siento un poco cansada. Yo prefiero aquella silla.
23. -Salgamos a este balcón. Ven, Inés, no seas tan terca.
Si quieres seguir sentada, trae tu silla, ponla cerca.
24. Aunque con muy poca gana se colocó en el balcón.
El viejo miraba el cielo. Lo hacía con emoción.
25. -Observa este plenilunio. ¡Qué hermosa luna plateada!
Me emociona contemplarla desde aquí junto a mi amada.
26. -Ricardo ¡No seas antiguo! ¡Afuera el romanticismo!
¡Desde que llegó la gente ya la luna no es lo mismo!
27. -De primera magnitud es esa estrella brillante.
-Es muy linda, luminosa... ¡Me recuerda a mi diamante!
28. ¡No seas tan materialista! ¿Cómo es que este panorama,
esta celestial grandeza, sobre tí no se derrama?
29. Vives de frivolidades. Haz aunque sea un esfuerzo:
¡Medita en la inmensidad de este infinito universo!...
30. ¿Ves esa mancha lechosa?...Vía Láctea se le llama.
¿Tampoco esta maravilla tu pobre atención no llama?
31. Allí hay millones de estrellas ¡a distancia sideral!
Nuestra triste pequeñez a mí me hace sentir mal...
32. Es una pelota opaca nuestro planeta apagado.
Para que lo vean de lejos, el sol su luz le ha prestado.
33. Sin voluntad, sin luz propia, vaga esta bola sin brillo.
Tú y yo, pegados a ella ¡somos menos que un ladrillo!
34. Del polvo de ese ladrillo ¡somos el grano más chico!...
-En el reloj de la torre han dado las doce y pico.
35. Don Ricardo, interrumpido por tan banal comentario,
maldijo por inservible al sistema planetario.
36. -Si no te hace olvidar ésto tu pedazo de carbón,
no tengo ya otro recurso... ¡La arrojó por el balcón!

      ALDO B VENTURA 

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